La vida de un colombiano normal esta atrapada entre noticias de muertes, secuestros, violencia, etc; esta vida no es tan ajena para Walter Ocampo, desde el inicio de esta, él ha tenido que soportar y vivir en carne propia estas situaciones.
Walter es un joven, que a simple vista parecería normal, pero no es así, en su historia se hace referencia a la muerte de muchos marginados, de muchos desdichados de la sociedad, además, en él, se encuentra la realidad de la limpieza social colombiana.
Con tan solo 21 años lleva en su conciencia un promedio de 300 muertes, o de 300 limpiezas como él les dice. Walter vive en Cazuca, un barrio ubicado en el cinturón de pobreza de la ciudad de Bogotá, con sus 6 hermanos y su madre, pues a su Papa nunca lo conoció. Mantiene su hogar desde los 15 años.
En un día normal, Walter se dirige a la montaña de carranza, ubicada en este sector, a rendirle cuentas a su jefes de escuadra, da unas ciertas rondas por el barrio para mantenerse informado de lo que pasa, lleva algunos panes a su casa para que sus hermanos no pasen hambre y si es su día tendrá que negociar una limpieza en su sector.
Walter es aficionado a la música “pesada”, al metal, al heavy, pero no deja atrás el regueton que le hace levantar sus pollas, como se le dice a las mujeres en su entorno. Desde muy niño la música le ha fascinado, en las calles con sus amigos escuchaban lo que los duros del barrio escuchaban para aprender, para algún día poder tener la suerte de ser como ellos, un duro.
Su vida fue muy dura desde su niñez, por el día se convertía en el papa de sus seis hermanos, pues ninguno de ellos lo tiene, mantenía con él el estigma de ser tildado en su barrio por el oficio y las irresponsabilidades de su madre, pues ella era una trabajadora sexual. Por las noches iba a espiar a su madre, encontrándose con momentos que marcaron toda su vida, al hablar de esto, recuerda como los indigentes le pagaban a su madre para que se acostara con ellos, o como los borrachos y los drogadictos también lo hacían.
A sus 16 años, sin tener un estudio, se entero de un grupo de limpieza social que se estaba formando en el barrio, para él era la forma de vengar su honor, de pagar con la muerte a todas estas personas que estuvieron con su madre. “Las nieves” era el nombre de este grupo, que fue la entrada a este mundo para Walter, fue su luz de vida.
Su entrada fue fácil, solo tenía que demostrara su odio contra esta gente y en una misma noche limpiar 2 personas o escorias como las llama. Para fortuna de él, eran 2 gamines drogados en el centro de la ciudad, dice que ni les vio sus caras, solo escuchó la ráfaga de la uzi que se descargo con una carga sentimental y con un alivio que es inexplicable.
Así comenzó su vida, en el día seguía cuidando a su familia, prohibió a su madre volver a ejercer su oficio, pues iba en contra de lo que hacia en el momento, tomo las riendas de su hogar y comenzó a reconocerse en el barrio. Después de muchas muertes y noches de limpieza, se convirtió en el duro de los “unos” –las personas más respetadas en la limpieza social- en su sector.
Su madre, drogadicta y alcohólica, nos cuenta que no le importaba que su hijo tomara estos caminos, pues en el fondo ella sabía que era por ella y le daba orgullo, y lo más importante aun, seguridad y respeto para los suyos. El problema es que ella no entendía la magnitud del caso; cuenta que un día su mejor amiga de oficio, una prima de ella, la encontraron quemada con acido en los potreros del Aeropuerto El Dorado, muerta, violada y flagelada por un grupo de limpieza social. Al encontrarse en el entierro, solo veía las lágrimas de sus familiares, pero en una esquina se encontraba Walter, con el sentido de culpa en su cara, luego del tiempo se entero que fue él mismo quien hizo este genocidio.
La limpieza social en Colombia comenzó a tener grandes repercusiones y preocupaciones en los organismos no gubernamentales (ONG) que defendían el derecho a la vida, en Bogotá, en la presidencia de Samper Pizarro y Andrés Pastrana se presentaron más de 1500 muertes por estos grupos , según la amnistía internacional. Se convirtió en una coyuntura que se tenía que resolver o evidenciar en todo el país; se hicieron famosos grupos de limpieza social como “Mano negra”, “Sin nombre”, o otros a un nivel de mayor trascendencia, como los “Pepes” en Medellín.
Walter limpiaba 2 personas por semana, en formas diferentes, para él existía dos formas de matar que eran sus favoritas, cuando sentía desesperación o tristeza el acido de batería era su mejor desconsuelo, ardía sus problemas en la piel de estos marginados, pero cuando lo hacia por labor en un día normal, el poder de una ráfaga lo llevaba al paraíso, lo hacia sentir un Dios, tenia el poder en su gatillo.
Así pasaron más de 3 años, su grupo tuvo que acabarse, pues la ley ya los tenia en lista, en esa misma época, en el año 2000, en el barrio de cazuca comenzó a tomar mucho poder el paramilitarismo, Carranza y su gente empezaron a tener el control de la zona. Walter afirma que de los 5 grupos de limpieza social que existían en ese sector de la ciudad, el de él, fue el único que no limpiaron los paramilitares, pues tuvieron que esconderse. Pasado el tiempo y de un año si hacer estos genocidios, Walter decidió formar parte de los paramilitares.
En el año 2002, Colombia afirmaba que el fin de los grupos de limpieza social estaba ocurriendo, que estos genocidios contra los marginados se estaban acabando; para Walter las cosas fueron distintas. Los paramilitares al tomar el poder de estos sectores de la ciudad, absorbieron a estos grupos, eliminando algunos como reclutando a otros, “La labor continuaba, ya no limpiamos por la idea, ahora lo que nos mueve es la plata y el poder que esto trae” Afirma Walter.
Walter comenzó la misma labor, ya no como “uno” de las nieves, su ex-grupo de limpieza social, sino como paramilitar. Todos los días vigila su barrio como lo hacia a sus 16 años. Mata y pone fin a la vida de las personas que perjudican su barrio. Se hacen llamar ahora “los Rayas”, grupo paramilitar de Cazuca que mata o limpia al que se pase de la raya, delimitación que ponen ellos.
Walter afirma que el objetivo primordial de este grupo son los basuqueros, las prostitutas, los homosexuales y los indigentes. Los jóvenes del barrio tiene prohibido formar parche después de las 9 de la noche, fumar marihuana sin autorización de los Rayas, se pueden emborrachar en fiestas comunales pero no llegar borrachos a formar escándalo en el barrio, drogadicto que se degenera, que cruza la raya, se muere. La vida de Walter en este momento no esta en el acido de batería ni en las descargas de sus ametralladora, ahora Walter tiene poder, es leyenda, tiene muchos enemigos, pero a la vez tiene una montaña que lo respalda, la montaña de Carranza.
Afirma que siempre quiso ser profesor, pero que su odio y su trauma contra los indigentes no lo dejaron surgir; es feliz con el poder que tiene, pero no se enorgullece de eso. Sus hermanos imponen respeto en las calles, pero a la vez, se exponen a la venganza de los otros. Hace un año se retiro de la limpieza, su vida es tan corta, que nadie cree que allá vivido tantas cosas en este pequeño fragmento de tiempo, ahora solo dirige, ahora es más que el Dios que solía ser al limpiar.
Su vida continua, nada de remordimientos, él solo hacia un bien a la sociedad cuando mataba, su expresión es seca, tosca, pero juvenil. Para Walter, el problema seguirá las muertes también, el un circulo vicioso, que solo mutara. Su sueño ahora , o mejor toda su vida, es que en su casa no falte nada, q su madre cuide de sus hermanos y que estos siga luchando y dándole honor a su familia.
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